Como si fuéramos una Matrioska
Te has metido tanto entre mis huesos, entre cada ínfimo resquicio que queda entre la sangre y las paredes venosas cuando fluyen por mis venas, entre las oquedades de duda que surjen imperceptibles por cada oleada de voluntad que despliego, te has fusionado tanto en mis ganas de sentir, de vivir, hasta con mi sistema de pensamiento, reconfigurado con el influjo de tramas de ti misma, que no puedo tolerar que pueda morir sin pensar que te quitaré la vida desde dentro, mientras pareciera que te apropias de la mía y la usas desde más allá de un cobijo o su hondura física. Te has vuelto tan intrínseca a mí que dudo que esta alquimia no se traduzca más bien como una colonización. No me cuesta creer que me hayas arrebatado la consciencia, hasta el intelecto. Estas palabras, por ejemplo, las estoy escribiendo yo pero siento que no son mías, ladrona. Las has sentido tú antes. He sentido como las creabas. Y no puedo evitar creer que me las dictas, como parásito invasivo que eres, por mi culpa. Por mi elección. Quizás es tu venganza por tenerte secuestrada dentro de mí para evitar que te marches. Pero si algún día fuera yo quien decidiese irse y deseara arrancarte de mis entrañas, tienes mi licencia absoluta para que te apresures a matarme desde dentro y acabar con esta tóxica y dulce sinergia de amor. Nadie habría mejor que tú para ser valiente por los dos cuando llegase ese desenlace.
Nunca mejor dicho.
Edu Jilorio